En mi anterior entrada de blog hice hincapié en la peligrosa deriva que podría llevarnos un exceso de subsidiariedad en la aplicación de la PAC, una política que por definición es y debe ser común. Muchas veces, el discurso de la subsidiariedad es utilizado por los gobiernos o administraciones regionales como un arma defensiva, y una posibilidad de poder desmarcarse para satisfacer intereses o equilibrios locales, no para adaptar la mejor opción a su realidad productiva, que es lo que siempre se escribe en los documentos y considerandos oficiales.
Esta visión cortoplacista no se limita a la administración, de alguna manera también pervive, sin darnos cuenta, en el propio sector. Tras una jornada organizada por Repsol en donde se discutió la aplicación de la nueva PAC y los retos para las cooperativas y sus agricultores, tuve la oportunidad de conversar y hablar con agricultores y ganaderos que reciben pagos PAC y son miembros de cooperativas. Me expresaron sus dudas sobre la nueva PAC y la ilógica del nuevo sistema de pagos, que seguía beneficiando a un amplio conjunto de perceptores que nada tiene que ver con el sector. En la conversación terminó saliendo la famosa frase , para el que trabaja y vive de esto y no para el que pasaba por allí.
El planteamiento no resulta novedoso, de hecho está en cualquier documento de cualquiera de las tres (o cuatro) OPAs que hay en España y, de alguna manera también se defiende en Cooperativas Agro-alimentarias. Por otro lado, es bastante potente, nadie se atrevería a contradecirlo en un foro porque parece una cuestión muy lógica. Sin embargo, creo esta idea debería adaptarse a la realidad y no dar una sensación de arrogancia que en estos momentos no le viene bien al sector productor frente a la ciudadanía, y más en época de crisis. Voy a razonar mi planteamiento en tres argumentos:
1. . Es decir, que los pagos van a todo aquel que cumpla con una mínima condición de agricultor activo, pero a partir de ahí no es lo que más pesa. Esto es una realidad difícil de aceptar, pero ha habido una decisión del Consejo de Ministros y del Parlamento Europeo y, como mínimo, hay que saber en el entorno en que nos movemos porque los tiempos pasados que siempre fueron mejores, según algunos, no volverán.
2. . El discurso del profesional se encontraría con una gran mayoría de productores cuya renta principal, o gran parte de esta, no proviene exclusivamente de la agricultura pero no por ello no son actores económicos de este sector. Lo que no puede aspirar un 40% de profesionales es acaparar el presupuesto que suelten los que se van, porque con ellos se iría una buena parte de la superficie elegible de nuestro país y, lo más importante, un gran número de activos.
3. Y esto no es que lo invente, es que forma parte de los objetivos básicos de la PAC en el Tratado de Lisboa, que no ha cambiado en 50 años, y no sólo se habla de los productores, también de precios razonables a los consumidores y de conseguir un nivel de vida equiparable en las zonas rurales al de las poblaciones urbanas. Paradójicamente el Tratado de Lisboa se olvidó de incluir un objetivo que sin duda es prioritario para la UE, y creo que no le hubiera hecho mal a la imagen del sector productor, que es la gestión y el mantenimiento del medioambiente.
La PAC no son sólo los pagos directos, que ciertamente en su mayoría son percibidos por agricultores y ganaderos, también afecta al resto de la cadena, cooperativas, por ser empresas de los propios agricultores, industria transformadora y el propio consumidor destinatario de las producciones. De hecho el principal problema del productor está en la cadena y la valorización de su producto, y no en nivel de pagos que reciba yo o el vecino. Obviar estas cuestiones es darse de bruces con la realidad social y medir mal la capacidad de influencia de la agricultura ante la sociedad, a la cual necesita. Uno no debería perderse en el discurso de consumo interno, como el otro día escuché a un ganadero belga
En mi anterior entrada describía el porqué no creía que una defensa de los pagos para los agricultores era la mejor estrategia para defender la PAC ante la sociedad. Además de no ser muy realista, y menos en estos momentos, hay ciertos reflejos de algunos representantes que con la buena intención de defender a los suyos puede conseguir lo contrario.
Sin querer centrarme en una anécdota, en el propio acto de Repsol, al cual hice alusión la semana pasada, uno de esos agricultores muy comprometidos, y sin duda muy informado y conocedor del sector, se quejaba amargamente de que para hablar de la PAC no se llamara a sus verdaderos protagonistas, los agricultores y ganaderos, que eran lo verdaderamente afectados.
No voy a volver a explicar lo que ya hice la semana pasada, pero tal relación lógica no aguanta el peso de las evidencias ni respalda una estrategia de amplio espectro. Es como si una persona afectada por el corazón levantara la mano en un simposio de cardiólogos para decirles que se levanten que los que tienen que hablar de la enfermedad coronaria son exclusivamente los que la padecen, y no los médicos e investigadores, que al fin y al cabo están a su servicio. Los que estaban allí sentados no eran médicos, pero sí profesionales que dedican su vida en cuerpo y alma al sector, entre los cuales sí había un agricultor, y a la vez presidente de una importante cooperativa, una experta que gestionaba expedientes de pagos directos y varios directores de cooperativas, personas que conocen y viven el sector tanto como cualquier agricultor y, seguro, con una visión de conjunto que va más allá de la explotación.
De nuevo se comete el error de identificar un instrumento, los pagos directos, con la PAC y, la verdad, ni siempre fue así, ni es el objetivo de esta política (ver entrada de blog anterior) sino un instrumento más, aunque a tenor de los debates y su peso presupuestario parezca lo único.
Por otro lado, volvamos a esta estrategia. Si lo importante es solamente quiénes reciben los pagos, ¿qué pensará la sociedad y el consumidor que no se beneficia directamente de ella? Desde luego con el mensaje de lo mío por derecho y solamente hablo yo no parece que se busquen muchos amigos fuera del sector, ni se busque hacer pedagogía sobre la justificación de los pagos.
Como siempre se pone de referencia a nuestros amigos franceses, a los cuales ponemos de ejemplo a la par que criticamos, esto es lo que ha pasado con el debate sobre nuevo sistema de pagos en Francia. Han sido los propios representantes de los agricultores quienes han visto el peligro, no sin problemas y debates internos, de que una parte importante de su agricultura, la cerealista y la ganadería intensiva, estaban recibiendo ayudas desacopladas de la producción cuando las condiciones de mercado les otorgaba una rentabilidad más que aceptable. ¿Cómo defender una lógica de unas ayudas desvinculadas totalmente de la realidad económica de quiénes las reciben, y cómo podrán defender ante la sociedad la conveniencia de una PAC con un planteamiento que no se sostiene en la evidencia? Aparentemente la decisión para la aplicación de la nueva PAC ha sido trasvasar ayudas de estos sectores a los que más dificultades y riesgo de abandono tienen, la ganadería extensiva.
En todos lados cuecen habas, no es que la solución francesa deba copiarse en España, la realidad suele ser más compleja de lo que pueda explicarse en un titular o entrada de blog, y los problemas en Francia suelen ser muy similares a los que tenemos aquí. Sin embargo, lo que no se puede negar es que deberíamos ser capaces de abrir debates de calado y olvidar algunas posiciones defensivas como si todo se fuera a acabar mañana.
Cuando el pasado 8 de febrero el Consejo de la UE acordó el Marco Financiero Plurianual de la UE para el período 2014-2020 había dos preguntas a responder, cómo quedaba el presupuesto general en un entorno de grave crisis económica y, en segundo lugar, en qué afectaba a la PAC y a España.
Como suele pasar tras este tipo de acuerdos que levantan tantas expectativas, se produjo una avalancha de reacciones que por prematuras suelen ser contradictorias y poco fundadas. Contradictorias porque todos hacen una lectura que intenta reforzar una idea preconcebida; y poco fundadas porque normalmente suelen pasar varias semanas hasta que podamos conocer, no sólo las cifras globales, sino todos los detalles del acuerdo. Ser el primero supone desinvertir en rigurosidad, aunque algunos consideren que ello merece la pena si siendo el primero consigues mayor notoriedad y publicidad, todo depende de los objetivos de cada uno.
No obstante, y pasado este trance, hay que intentar volver a la senda del rigor y estudiar cuál ha sido el resultado de las negociaciones y qué implicaciones tiene en las políticas comunitarias, y muy especialmente en la PAC y su aplicación en nuestro país.
A la pregunta de si el presupuesto de la UE se ha reducido no existen muchas dudas, es la primera vez en la historia que éste se reduce tanto en términos relativos, pasa del 1,08 al 0,95% de la RNB de la UE; como en términos absolutos, de 994.176 a 959.988 millones de €, siempre hablando en precios 2011 que es cómo se ha negociado. El resultado no es una buena noticia cuando la UE ya cuenta con 28 socios y se reconoce por activa y por pasiva que la mejor solución para salir antes de la crisis es más Europa. Este acuerdo parece desmentir o debilitar la línea europeísta.
Sin embargo, responder a la pregunta de cómo ha quedado la PAC en la negociación es algo más complicada, sobre todo si queremos contestar atendiendo a las expectativas de sus defensores y detractores. Comparando el marco actual con lo acordado, la rúbrica 2 donde se integra la PAC es la que más recortes sufre, un 11,38%, tras la de cohesión, rúbrica 1B, que se reduce en algo más de un 8%. Por el contrario, la que más se incrementa es la rúbrica 1A, competitividad para el crecimiento y el empleo, en un 37.29%. Es decir, y como ha declarado el Europarlamentario francés, Michel Dantin, ponente en el Parlamento Europeo de la OCM única, “, y yo añadiría porque en el 2005 pasó exactamente lo mismo.
Es cierto que la ambición de la propuesta de la Comisión era aportar un mayor montante sobre la rúbrica 1A, donde se integra el I+D+i, y consolidar una congelación y recorte de las ayudas PAC, sobre todo a través de la eliminación de márgenes y desvío de partidas antes en al PAC hacia otras. Sin embargo, con el acuerdo los Estados decidieron consolidar la reducción del presupuesto PAC, incluso yendo un poco más allá, y enfriar las expectativas en las políticas de competitividad, porque al fin y al cabo es un apoyo extra a las políticas que ya existen a nivel nacional, recordemos que la PAC sigue siendo la única política totalmente comunitaria, hecho que siempre se olvida de manera interesada por sus detractores. Dicho de otro modo, el recorte a la PAC ha existido y es importante, y no se la puede culpar de la falta de visión europeísta del Consejo.
Pero si es difícil responder a si la PAC se mantiene o se reduce, resulta aun más complejo saber exactamente cómo queda España en el reparto, ya que solamente conocemos las cifras absolutas y todavía no se han hecho oficiales los cuadros de reparto entre países definitivos. Las cifras que ha aporta nuestro Gobierno concluyen que ha conseguido mantener la situación actual, e incluso la ha mejorado si el cálculo lo hacemos a precios corrientes, es decir, con la actualización de un 2% anual que aplica la Comisión en los presupuestos anuales. En desarrollo rural creen que también saldremos bien parados, si bien aquí tendremos que esperar a los criterios de reparto, que no los conoceremos hasta que se apruebe la reforma. Lo que está claro es que la mejor manera de salir de dudas es que se publiquen los cuadros definitivos por parte de la Comisión y que el Parlamento se queja de que todavía no están disponibles.
Hasta aquí es todo lo que razonablemente podríamos concluir sobre los resultados del acuerdo, porque si el reparto por país no está claro, ¿quién se puede aventurar a hacer conjeturas dentro del ámbito nacional? El problema de España ya no será el montante presupuestario que le llegue por las ayudas PAC y el desarrollo rural, sino cómo se va a repartir en base a un nuevo sistema de pagos directos que rompe con las referencias históricas, único e indirecto vínculo con los sectores que lo generaron y dando entrada a muchas otras hectáreas que tampoco podrán diferenciarse en base a criterios de productividad, dicho de otra manera, no valdrá eso de . Sea cual sea la dotación española, el reparto será un dolor de cabeza, y no hablemos si nos preguntamos por la utilidad del reparto a la hora de mejorar la rentabilidad de las explotaciones en el mercado y reequilibrar la posición del productor en la cadena de valor, eso ya es hablar de .
Ya hay nuevo comisario para agricultura, el irlandés Phil Hogan. Si no me falla la memoria es el segundo comisario de agricultura de esta nacionalidad. El anterior es históricamente conocido por haber impulsado el cambio de rumbo estratégico que tomó la PAC con la introducción de los pagos parcialmente desacoplados en 1992 con la reforma que lleva su nombre, Mac Sharry.
El nuevo comisario ya tiene instrucciones de su Presidente, el luxemburgués Juncker, y estas son una vez más seguir la senda de la simplificación de la PAC, porque es una política compleja, que la sociedad no entiende y difícil de gestionar para el agricultor. En 2015 deberá buscar fórmulas para simplificar los pagos directos, el desarrollo rural, la política de calidad, de promoción y, como no, el régimen de frutas y hortalizas, No son muy novedosos el mensaje y el objetivo.
Ya en 2005 la Comisión Europea lanzó un proceso de simplificación que consistió básicamente en una refundación legislativa de las 21 OCM sectoriales existentes, dando lugar a la OCM Única que hoy conocemos. Es decir, que de 21 reglamentos de unas 22 páginas pasamos a uno de cerca de 200. Eso sí, por el camino se quedaron algunas medidas que nada tenían que ver con la simplificación y si mucho con la desregulación.
Cuando la Comisión Europea inicia y hace suya una idea es como un rodillo que poco a poco va imponiendo su criterio, aunque las circunstancias cambien. Cuando se habla de simplificar uno piensa en reducir determinados trámites burocráticos, racionalizar ciertos controles preventivos que no tienen sentido o impiden conseguir los objetivos marcados, mejorar comunicación administrado administración, etc, y todo eso sin que los principios y objetivos de la PAC cambien. Pero la Comisión Europea ya nos tiene acostumbrados a sus simplificaciones, y la verdad, poco tienen que ver con los objetivos tan loables de facilitar la vida al administrado y conseguir ciertos objetivos de la PAC, y sí con tres ideas que, a mi juicio no son muy europeos.
En primer lugar, en lo administrativo, simplificar es refundir textos legales, pero no reducir la burocracia, a no ser que se confunda una cosa con la otra. Es decir, que ya tenemos un libro gordo de petete en vez de una enciclopedia por fascículos. El agricultor ya se puede olvidar en pensar que recibirá la ayuda sin tanto papeleo, pero a lo mejor se necesitan menos funcionarios para gestionar el sistema.
En segundo lugar, en las competencias. Se plantea simplificar las políticas comunitarias a través de aumentar la subsidiaridad de las políticas, dando mayor poder a los Estados miembros para desarrollar sus políticas. Dicho en otras palabras, la Comisión Europea se quita de en medio y se limita a controlar lo que controla, pero da un paso lateral en lo que se refiere a su responsabilidad por velar que esa delegación o no afecte a la consecución del mercado único. Si pensamos que más Europa es más y mejores políticas comunitarias, no parece que ese sea el camino elegido. Una cosa es que se mejore la interlocución entre Comisión Europea y Estados miembros, y la otra, muy diferente, que esta tire la toalla.
Y, por último, pero no menos importante, en lo político, simplificar parece que consiste sencillamente en desregular. Ya veremos que pasa con el régimen de frutas y hortalizas basado en inversiones a las OPFH. Ya estamos acostumbrados a que cualquier problema de gestión tenga como solución de muerto el perro, se acabó la rabia, sin tener en cuenta un análisis sobre su utilidad y potencial.
No parece que hablemos el mismo idioma, pero pueden acostumbrarse desde ya a escuchar el mantra de la simplificación, en abstracto, en todos los discursos y alocuciones del nuevo Comisario. Simplificar no es hacer la vida mas sencilla, es sin más ser simples.